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Lanzándome a la reconquista de mi tranquilidad y a la búsqueda constante, para seguir siendo portadora de utopías.
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Lanzándome a la reconquista de mi tranquilidad y a la búsqueda constante, para seguir siendo portadora de utopías.
A veces observan simplemente, otras les da por hacer alguna cosa, es según lo que tengan en mente.
Para mí, a veces, la sociedad, el mundo, si tuviera que ser una sensación, seria aquella que se tiene cuando cierras los ojos y das vueltas sin parar. En cuanto los abres ya pierdes el norte. No sabes donde estás y un torbellino indescriptible de mareo te tambalea como una coctelera baila de noche.
Nos empeñamos en arrebatar la sencillez a lo sencillo, a imaginar sin sueños y deteriorar el camino que conduce a nuestro fin.
La dispersión se apodera de mi mente y mi ansia. Las reflexiones se encajan acorraladas entre dudas que las hacen enmudecer y al fin desaparecer.
¿Y digo yo, sin la reflexión del ser, uno deja de saber y de entender quien es, deja de ser?
Pero aquí interviene el factor de la espera, que acompaña paciente el curso natural de lo que acontece. El saber aprender de todo, incluso del caos, la nada y el desespero.
Desesperamos locos, enfermos de métodos, orden y perfección, tan relativa que, a mi parecer, no vale la pena abordarla. Desesperamos. Desespero si no me encuentro. No sé esperar si algo va mal, si algo no gusta, si creo no sentir nada o siento demasiado, si el pánico me aborda al no saber cuándo y como la mar se amansa, no sé esperar. No sé entenderme. No sé entender. Acostumbradas a creer como nos dictan, ajenas a nosotras. Acostumbrados a saber qué antónimos nunca podrán ser a la vez. Pero hoy, lo soy todo a la vez. Estando ahora en mi realidad desesperada, mi paz y mi kaos, triste y alegre, calma y ansia, reflexión y vacío. Esto es lo que siente la mujer hormiga, la melancólica alegría del llanto y la ira.
Pixies - Where Is My Mind
Fight Club 1999